Que sea el viento el que enferme
y su sombra al fin descanse
debajo de un mueble
de roble ya gastado.
Que deje en paz las cortinas
que al moverse asustan gatos
que al verlas moverse se abalanzan
con sus uñas afiladas contra el mueble
que atesora el sueño de su sombra
…y que no transforme unas sábanas en fantasmas
arriba en la terraza ¡Dejá de soplar!
Que sea el viento el que enferme y me deje leer el diario
sentado en esta plaza donde nada casi pasa hoy.