La Turca consiguió diez canciones de soul, funk y espíritu negro para un destacadísimo tercer disco.
Una explosión controlada de soul, funk y buen gusto desarrollada por La Turca, un octeto procedente de la suburbana Avellaneda. “Turcaholic” es su tercer disco en doce años de carrera, y en él se aprecia la innegable madurez de unos músicos con talento de sesionista y groove de piel negra. Las diez canciones combinan con exquisitez el sonido suave de los teclados con la potencia de una magistral sección de vientos que meritoriamente se roba buena parte del protagonismo.
La elegancia de la foto de tapa refleja claramente el garbo contenido en “Turcaholic”. Pero la imagen también representa otro aspecto destacable de la música: la sensación de que todo está en el lugar que tiene que estar. Las letras, cantadas por la inmaculada voz de José Cadorniga, tienen como tema central los típicos personajes sombríos de la ciudad, las quejas del corazón y hay algo de filosofía noctámbula. Pero “Fuera del presente” podría utilizarse para abrir un programa radial mañanero.
Por momentos parecería que fusionan el sonido de la Mississippi con el de Jamiroquai. Pero no buscan ni la procacidad ignífuga que caracteriza a los bluseros ni el dance sampleado de los ingleses. Queda la sensación de que es raro que no sean la banda en vivo de algún programa televisivo. Reúnen algunos requisitos fundamentales: destreza, sincronía y vitalidad.