El cantante explica cómo influyó el auge de la música urbana en el rap argentino. También revela si sus nominaciones a los Gardel modificaron algo, y adelanta el show del sábado en El Teatrito.
Cuando comienza una gira, las canciones evolucionan. El paso de los conciertos hace que los temas cobren una vida nueva, y que se puedan ajustar detalles, arreglos y colores musicales. Federico “Emanero” Giannoni, uno de los grandes nombres del rap argentino, es consciente de eso: su cuarto disco, “Tres Mil Millones de Años Luz” (2018), fue presentado oficialmente en La Trastienda en abril, pero las melodías siguen mutando.
“Me pasa tanto a mí como a los músicos, aunque a las bases las haga en una computadora -explica, a pocas horas de un nuevo recital en Capital Federal-. Trasladar eso al vivo es un desafío, porque a veces el teclado quiere hacer algo que ya está en la pista, entonces hay que sacarlo del track original para que no se pise, y lo mismo con el bombo de la batería. Tenemos que ensayar mucho para sonar coordinados”.
-Uno de los temas que mutó fue “Secreto Paraíso”, ¿no?
-Totalmente. Creo que es el que más distinto sale, y lo digo en el buen sentido. Después de tocarlo en vivo me dieron ganas de regrabarlo. Se me ocurrieron un montón de cosas con la voz, y algunos instrumentos hubieran quedado re bien en la grabación original. La versión de estudio fue super austera.
-Para evitar eso, muchos artistas testean las canciones en vivo. ¿No lo tuviste en cuenta?
-Sí, es cierto, la verdad que no lo había pensado nunca. No lo hice por la vorágine en la que estoy metido: siempre saco material y ando con el tiempo justo, y el show es toda una movida por lo que hablábamos. No es agarrar el MP3 sin las voces y que la banda toque encima, se hace un trabajo para que el grupo pueda acoplarse. Esto habla bastante mal de mí: a “Nos vemos en Disney” lo lancé en diciembre de 2018, y aunque en enero tenía un show, no la toqué porque no la tenía preparada. Llegué con el tiempo justo y sin poder agregarla.
-Además, para “Tres Mil Millones…” usaste muchas primeras tomas. Lo positivo es la frescura del método, pero a veces también puede jugarte en contra.
-Sí, pasa que el escenario te da otra cosa. Yo puedo hacer 600 grabaciones y van a ser todas muy similares, porque voy a buscar lo mismo. El tema es que después toco en vivo y economizo recursos de la voz y ajusto cosas por el movimiento del escenario, y se me ocurren ideas que en el estudio no. No sé cómo explicarlo. Es raro, pero por más que haga mil tomas, van a ser similares a la primera. En cambio si ya la toqué tres o cuatro veces y vuelvo al estudio, la cosa cambia.
-¿Y cuánto evolucionaron las maquetas hasta las versiones finales?
-Un montón. Hay canciones que fueron muy directas, y otras que hubo que trabajarlas más. A “Veneno” tuve que laburarla un montón y grabarle mil millones de estribillos hasta que di con el que me gustaba. Temas como “De este lado” se hicieron en una sola noche, y el demo terminó siendo la canción. Algunas progresaron más y otras no tanto, dependiendo de cuán contento me dejaba escucharlas en los días siguientes. Eso fue ayudando.
Más allá de que haga shows con una banda, Emanero no cree que haya músicos en sus siguientes materiales de estudio. “No están involucrados en la composición, y para el estudio, grabar con un grupo me condicionaría a un sonido muy específico. No podría tener el viaje que necesito entre canción y canción. Esa es la diferencia entre una banda de rock típica y la música urbana. Acá está bueno que haya diferentes sonidos y productores”.
-El trap prendió en el mainstream hace unos meses. ¿Qué cosas se volvieron más fáciles para tu género?
-Creo que lo desarrollaron artistas muy jóvenes, que entraron a la movida del rap cuando ya era popular. Ellos ingresaron al freestyle y no era un nicho, sino una escena súper conocida. Por ende, al hacer música mezclaron lo “popular” de la cumbia y el reggaetón, con lo “popular” nuestro. En ese sentido, fue mucho más honesto lo de ellos que lo que hacíamos raperos viejos como yo. Como nosotros salimos de un nicho, nos costó mucho actualizar el sonido para el común de la gente.
-¿Como qué cosas?
-Ritmos más cantados o bailables, por ejemplo. Era difícil introducir eso en nuestro ghetto, y éramos un poco repetitivos y menos evolucionados. El trap hizo que animáramos a mezclar temáticas que para ellos no eran raras, y eso refrescó la movida. Hoy siento que el género urbano tiene muchísima más cintura que hace cinco o seis años. Uno como rapero ya puede hacer de todo: rimar, cantar, críticas sociales, letras más tristes, más alegres, más bailables… en gran parte pasó por el trap.
-¿Y no eran ustedes mismos quienes se cortaban las alas?
-¡Sí, nos autocensurábamos! Eran nuestros propios prejuicios, para sobreproteger una movida en la que nos habíamos criado. Pero sin darnos cuenta, de forma inconsciente. Es como la alegoría de las cavernas: si ves todo el tiempo lo mismo y estás encerrado en una cosa, va a parecerte de una manera. Pero cuando viene alguien de afuera, lo percibe distinto. Es difícil verlo si estás muy “en la tuya”. No podés observar todo, y por eso existen las nuevas generaciones, para que las cosas evolucionen. Los más creativos, disruptivos e irrespetuosos, en el buen sentido, son siempre los jóvenes. Desde los Ramones hasta el trap, o el rock en general. Los más chicos rompen con las normas preestablecidas, y dicen: “¿Para ustedes es así? Para mí no, me la chupa (sic)”. Y está perfecto, me parece fantástico.
TV, PREMIOS Y FESTIVALES
-Hace unos años condujiste “Accionarte” en FWTV, e investigabas bastante las temáticas sociales. ¿Te influyó al componer las canciones que vinieron?
-No demasiado, porque ya me metía en las problemáticas y averiguaba, como en el tema del bullying -se refiere a “Si no hacés nada, sos parte”-. Arrancamos unos capítulos con las cuestiones de género, pero el programa se levantó y no pudimos seguir. Lo próximo iba a ser la desigualdad, la desnutrición y la inmigración, y no se concretó. Ese proceso me aportó otro tipo de cosas, como ser más organizado al investigar, por ejemplo. “Tres Mil Millones…” no toca temáticas tan puntuales, sino más universales. En el futuro quizás me sirva. Justo busco correrme de esos aspectos, porque no estoy con muchos ánimos de hacer un disco que te deje preocupado ni cuestionándote un montón de cosas. La impronta y el mensaje social siguen, pero tampoco analizo la realidad.
-El año pasado te entrevistaron en los Premios Gardel, y contaste que esperabas volver en 2019 “con una nominación bajo el brazo”. ¿Te sorprendió haber recibido dos?
-Se había ido de mis planes. Tenía la idea, pero se me olvidó cuando vi la terna: justamente porque quería ir a los Gardel, decidí sacar el disco y no unos singles. Veía que el género no estaba haciendo álbumes, y de una manera estratégica, había más posibilidades de competir. Así que lo saqué pensando en los premios, y en que quizás me abrirían alguna puertita. Cuando me enteré de que la categoría no discriminaba discos de singles, dije: “Ok, ya no tengo chances”. Ahí perdí la esperanza interna de que hubiera un lugar para mí. Ojo, eso no me iba a hacer mejor o peor músico, pero sí me iba a ayudar con la prensa y la difusión. Me llamaron muchísimo la atención las nominaciones y me pusieron muy contento, porque muchos chicos sacaron singles súper exitosos con más chances que yo, por la masividad de sus producciones. El mío era muy reciente, de diciembre de 2018, y pasé a competir con Duki y Paulo Londra.
-Está bueno que pienses en términos estratégicos, porque muchos artistas no tienen esa visión a futuro.
-Es para tratar de ayudar, porque hay todo un equipo detrás mío. Si fuera yo solo en mi casa sería una cosa, pero hay gente de prensa, una discográfica, un team de laburo y de marketing, y está bueno también por ellos. Trato de ser estratégico desde ese lado, por más que suene empresarial. Quiero que todos los que componen Emanero tengan con qué trabajar.
-¿Y después de las nominaciones cambió algo?
-Absolutamente nada, y de hecho me cuesta horrores entrar en los festivales. No es que no quiero, estoy presentado en absolutamente todos… pero sé que la atención está en los más jóvenes. Está bien, y no reniego de eso. Aunque tengo un show del que me siento super orgulloso, re elaborado y con músicos, los festivales prefieren poner artistas exitosos en el corto plazo, pero sin una puesta armada. No lo digo desde la envidia, es lo que pasa, y nadie me lo puede negar. Contratan a muy pocos con una carrera detrás como yo, Núcleo, XXL Irione o Under MC. Algunos van y cantan arriba del tema: ¡no sobre la pista, sino con la propia canción!
-¿Pero no sentís que ya creaste tu propia escena?
-Sí, y por eso me vuelco a hacer mis shows, porque digo: “Bueno, si no tengo un lugar en esos espacios, me lo genero yo mismo”. Lo hice cuando el género no existía, y en 2012 casi agoté el Teatro Vorterix. Quizás sea cuestión de tiempo y cambie la situación, pero cada uno tiene su movida y sus cosas. Este va a ser un año de seguir sacando canciones. Si bien lancé el disco hace poco, ya tengo temas nuevos para el último cuatrimestre. Con el tiempo entendí que la única forma de progresar es tirar dardos todo el tiempo, no frenarse y estar siempre activo.