“Kremlin” es el resultado de canciones compuestas por Franco entre los 14 y los 25 años, producidas por Tomás Amante en su Home Studio de Villa Crespo “La Terraza”, grabadas enteramente en cuarentena por diferentes músicos, y mezcladas y masterizadas por Nahuel Giganti. El álbum cuenta con una amplia variedad de estilos en donde predomina el folk, la canción melódica y el rock-pop.
Franco Pugliese acaba de lanzar su disco debut, ya disponible en todas las plataformas digitales. El álbum representa el abismo y nos conduce a través del amor, el desamor, la fortaleza y la reconstrucción. “Kremlin” es un término que remite a las murallas tras las cuales se resguardaban las antiguas ciudades rusas: “Trata sobre aquella fortaleza amurallada que solemos tener para protegernos y volvernos fuertes ante el mundo, pero que a veces termina siendo destruida por algo o alguien en el momento menos pensado. Es entonces cuando empieza un proceso de reconstrucción de algunos muros, pero también esa nueva vulnerabilidad nos permite abrirnos a muchas experiencias y personas que transforman nuestras vidas para siempre “, afirma Franco quien desde chico estuvo muy ligado a la música, primero, por su apellido con el cual automáticamente es relacionado con el gran maestro Pugliese y segundo, porque su papá es un apasionado acordeonista.
“El concepto de Kremlin fue, basándome en mis vivencias, tratar temas que nos son comunes a todas las personas, como el amor real o ficticio, el desamor, la soledad, la reconstrucción y la idea de que, sin importar lo que hayamos transitado , en el fondo siempre somos dueños de nuestro próximo movimiento, por lo que la sanación empieza por dentro y nos prepara mucho mejor para todo lo que quede por venir.”
Franco es un cantautor, compositor y guitarrista argentino nacido en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Se formó en guitarra clásica y eléctrica comenzando a tocar a la edad de 12 años. Entre 2010 y 2012 fue guitarrista de “Inclinados”, banda de covers de rock nacional e internacional. Luego de varios años transicionando por diversas actividades dentro y fuera de la música, en 2019 volvió a reencontrarse con ella para poner en marcha su proyecto solista. Durante ese mismo año, llevó sus canciones a España donde se presentó en diversos hostels de la Ciudad de Sevilla y participó del popular Micro Abierto del Bar Calvario de Madrid junto a artistas argentinos y españoles que forman parte del movimiento emergente de dicha ciudad, lo cual le permitió dar sus primeros pasos en la escena y ampliar su espectro en la diversidad musical.
Tras este viaje, inmediatamente comenzó a trabajar en su EP debut titulado “Kremlin”, producido por Tomás Amante, que salió a la luz el 14 de mayo de 2021. Su primer single “Playa vacía” fue grabado en formato acústico durante septiembre de 2019, con edición, mezcla y mastering de Fabrizio Calabrese, y fue lanzado en todas las plataformas el 16 de julio de 2020.
Para este disco trabajaste con una gran variedad de músicos como Guille Salort, Martín Nastri, Juan Manuel Archoni, Paula Pomeraniec y Juan Pablo de Mendonca entre otros. ¿Cómo se dio la selección de cada uno y qué considerás que le aportaron al álbum?
Creo que el armado del equipo fue uno de los procesos o sub-procesos más lindos e interesantes dentro del proyecto de Kremlin. Si bien, es cierto que en todos los casos la base fundamental es la calidad tanto humana como artística de cada persona, la realidad es que fuera de eso no sé si hubo un criterio uniforme de selección. Ahora, si lo pienso un poco, la condición terminó siendo la posibilidad de grabar a distancia. Me parece importante destacar que la pandemia llegó en el momento exacto en que habíamos terminado la pre-producción e íbamos a elegir el estudio para grabar. Cuando pasó lo que pasó, al principio estábamos todos y todas shockeados, pero por suerte, gracias a la existencia de los home studios, el disco no se frenó en ningún momento. Con cada instrumento hubo algo particular. Guille, por ejemplo, fue en medio de todo el caos inicial uno de los primeros bateros que se la jugó y empezó a grabar a distancia. Tomi me avisó esto, me preguntó si quería sumarlo al equipo, y desde ya que, conociendo el talento y la impronta que Guille deja bien clara en cada uno de sus proyectos, le dije que sí. Realmente fue un lujo y una gran alegría haber contado con semejantes artistas, creo que todos y todas aportaron una dosis única de talento, profesionalismo y amor por lo que hacen, que se nota cuando escuchás las canciones. Siento que este proceso me unió de una forma muy linda con todos ellos y ellas, y les estoy infinitamente agradecido.
“Kremlin” además de ser tu carta de presentación como solista, es la puerta de entrada a los aspectos más personales de tu vida ¿cómo fue el proceso de composición y luego de producción del mismo?
Todas las canciones las escribí con la guitarra entre las cuatro paredes de mi cuarto, aunque la temporalidad fue bien distinta. “Un poco de sol” es una canción de mi adolescencia, mientras que “Femme fatale” la compuse en septiembre de 2019 cuando ya habíamos empezado con las primeras maquetas del EP. En todos los casos había cosas que tenía que sacar de adentro mío y que tienen que ver con situaciones que viví y/o con personas que pasaron por mi vida, dejaron alguna marca y se fueron. Por todo esto puedo decir que el proceso de composición de Kremlin fue súper catártico y terapéutico, y del cual creo haber aprendido muchísimo, aunque todavía no estoy bien seguro de qué es eso que aprendí (risas). La produ fue otro mambo. Yo en ese momento tenía cero conocimientos y experiencia de producción. No es que ahora esté re curtido, pero me puedo defender un poco más. La cuestión es que le llevé a Tomi mis canciones completamente “desnudas”, a pura voz y guitarra, y él empezó a cranear cómo ir dándoles forma. Le puso mucha magia y mucho amor desde el minuto cero. Fue un proceso muy iterativo que yo nunca había vivido, con un permanente ida y vuelta buscando lo que cada canción pedía, fortaleciendo, adornando y generando la impronta sonora de cada una, y del disco a nivel integral, sin que en ningún momento se perdiera el sentido y la importancia de lo conceptual, del mensaje que yo quiero transmitir desde las letras y la composición, sino al contrario, potenciando todo eso.
Si bien es un proyecto que venís gestando desde muy temprana edad, decidiste ponerlo en marcha en 2019 luego de un viaje en donde tuviste la posibilidad de tocar frente al público madrileño y sevillano ¿cómo fueron estas experiencias? ¿qué diferencias notás con respecto al movimiento musical y cultural argentino?
La experiencia de España fue única, me marcó muy fuerte y no hay un solo día en que no la tenga presente. No solamente fue hermoso haber podido llevar mi música allá y recibir una cantidad inmensa de cariño, sino también haber compartido momentos con artistas increíbles de ahí, tanto españoles como latinos, y absorber de primera mano el arte que hacen. Creo que el español tiene el oficio del cantautor bien arraigado en la sangre, y eso se nota mucho en las letras. Podés verlo tanto en lo mainstream como Sabina, Serrat, La Oreja de Van Gogh, etc. como en cualquier artista emergente. Si a alguien le interesa incursionar, tengo un catálogo de cantautores emergentes, y algunos no tanto, de España en mi playlist de Spotify “Tortilla y Jamón”, y siempre estoy más que abierto a nuevas recomendaciones musicales del estilo. Además del obvio abismo entre el peso y el euro, mi sensación es que la principal diferencia con nosotros es que allá tanto el Estado como la sociedad en general le dan al músico o a la música una entidad y una importancia mucho mayor. Allá a quien afirma ser músico ya lo miran distinto y en general respetan mucho su laburo y su obra. Acá en Argentina siempre la corremos más de atrás. Si bien hay muchas políticas públicas muy interesantes desde lo cultural, tanto surgidas con el COVID como previas al mismo, todavía estamos a medio camino, y aunque esto pueda sonar algo abstracto o incluso cliché, es necesario un cambio de paradigma a nivel social, donde se le dé a la industria musical en general, y al artista en particular, el lugar y la importancia que les corresponde.
¿Cómo definirías tu proyecto solista?
Lo veo como un proyecto sólido y dinámico al mismo tiempo, si es que es posible esa contradicción. Es la forma que encontré de trabajar con mi alma, o con una parte de ella. Es probablemente el vínculo más sincero y auténtico que tengo conmigo mismo y con la música, que me acompaña y me interpela en todos los aspectos de mi vida. Y la posibilidad de compartir todo esto con la familia, los amigos y amigas e incluso mucha gente con quienes no nos conocemos, es algo impagable. Una sensación de alegría absoluta y muchas otras emociones que encuentro difícil explicar en palabras.
Con el lanzamiento en mano y teniendo en cuenta el contexto actual ¿qué planes o proyectos tenés en mente para lo que resta del año?
Por un lado, dado que estamos en uno de los momentos más duros a nivel sanitario, y con un grado de incertidumbre altísimo, tengo completamente en stand by las presentaciones del disco en vivo y el armado de la banda para tocar. Sé que no queda otra que ser paciente mientras nos seguimos cuidando. Al igual que a todo el mundo, me duele mucho todo lo que está pasando, cómo eso pega en quienes menos tienen y, a su vez, el impacto gravísimo que está dejando en la industria cultural. Dicho esto, por un lado mi idea es seguir promocionando Kremlin a través de las redes y llegar a la mayor cantidad de gente posible. Por otro lado, aunque peque de ansioso, ver de empezar a laburar en el segundo disco. Surgieron muchísimos temas nuevos desde que arrancó la pandemia, la mayoría escritos durante el encierro de la cuarentena estricta. Los mensajes y los sonidos son mucho más variados. Mantengo el uso de metáforas en las letras, pero al mismo tiempo siento que en mis nuevas canciones tengo muchos menos pelos en la lengua. Estoy muy manija de empezar a laburar con estas canciones, incluir alguna que otra colaboración con artistas y, lo más importante, en algún momento sacarlas a la luz y poder seguir alimentando este círculo donde uno, a través de la música, da y recibe tanto amor con las personas que lo rodean y con el mundo en general.