Influenciado por la cultura china, Emilio Marraccini encara su propio proyecto musical con su primer lanzamiento discográfico, “El camino del tigre”.
“Son canciones vivenciales, de amor, que suele ser lo que más me mueve para escribir, en las que quería transmitir un poco de la estética viajera y del aprendizaje del camino –describe el líder de Marra y Les Practicantes-. Amar y viajar deben ser dos de las mejores cosas del mundo. Traté de plasmar eso. A diferencia de bandas anteriores, quería hacer una música más directa y más simple y poder compartir lo que tenía para decir con la mayor cantidad de gente posible que se sienta interesada en lo mismo. Creo que lo fundamental es hacer algo sincero”.
¿Cuándo sentiste que estabas preparado para lanzar este primer material?
En realidad, hace como o dos o tres años que estaba con la idea de sacar un disco, pero siempre la primera idea suele ser un poco delirante y alejada de la tierra. Me costó mucho bajarlo a tierra hasta que empecé a laburar con Mati Jury, quien fue el Virgilio que me ayudó a que el sueño se hiciera realidad.
Luego de la grabación del EP rearmaste tu banda, ¿llegaron a tocar algo juntos en ensayos o la cuarentena se los imposibilitó?
La verdad que pudimos tener solamente tres ensayos físicos, y aun no pudimos tocar en vivo. Pero estamos maqueteando y comunicándonos por las redes con video llamadas en los días de ensayos.
¿Cómo te vas manejando para que se acoplen a tu sintonía musical?
Es una mezcla súper interesante. En la batería está Mora Méndez, estudió piano clásico desde muy peque, tiene una voz privilegiada y es tremenda tecladista, pero se hinchó los ovarios y ahora se pasó a la batería, así que es su primera experiencia como batera. En el bajo está Matías Chefene, que tiene un proyecto solista de trap y danza sobre el veganismo y aparte de músico es bailarín y tremendo yogui. En primera viola está Darío “Pelu” Pita, que es un sesionista increíble de tango jazz y folklore, pero fana de los Red Hot Chili Peppers y tremendo violero. Y en teclado está Emilia Ramírez, que es su primera banda. Cuando los elegí pensé en que sean personas con virtudes distinta. Respecto a cómo sonará, es algo que espero como cuando abrís una galletita de la fortuna.
¿Cómo llega a vos esta inspiración de la cultura oriental?
Empezó hace mucho. Uno de los primeros profesores que tuve de composición en la facultad me daba clases particulares para otra materia que se llamaba “Auditiva”, que era súper jodida. ¡Yo era un perro cantando! ¡No pegaba una! Él, a modo de “regalo”, una vez que te terminaba de preparar para dar libre la materia, te hacía una lectura del I Ching. El I Ching con el Tao Te King son los dos libros sagrados o “biblias” más importantes de la cultura china. Me acuerdo que me salió el Hexagrama 35 El Progreso: “Honran al príncipe con 3 caballos”. Un par de años después me compré el mío propio y cuando me fui a vivir solo y después de cortar con una novia me llegó el Tao. Lo estudié bastante y por mucho tiempo anduve bastante bien. Empecé a practicar Tai Chi Chuan en la escuela Wushingchuan de La Plata, con mi Sifu Luis Villano. Después murió mi viejo y me desconecté de todo. A los dos años volví a practicar, pero empecé a hacer estilos más dinámicos, Shaolin Norteño y Wushu Moderno. Me lesioné la mano y ahora estoy tratando de rehabilitar para volver. En el medio empecé a ir a un lugar de comida vegetariana, Bambuc en la Plata, y me hice amigo de los dueños que son de Taiwán, y ellos me enseñan un montón sobre los 5 Elementos, El Budismo y el Tao y el I Ching. Igual estoy lejos de tener la vida sana de un monje shaolin, pero aspiro a eso.
¿Esa influencia es algo que querés que perdure en tu música en futuros discos o fue solo una idea para este álbum?
No sabría decirte. Otra de mis pulsiones fuertes es el amor al sur: la Patagonia y la Antártida. Ahora estoy redirigiendo las energías de la banda para allá. Como toda cosa que lo marca a uno, creo que la cultura oriental llegó en mi para quedarse. Que me dejó una marca y me cambió, no hay duda, pero no sé qué va a pasar en el futuro, lo único permanente es el cambio.