A medida que la música se ajusta al crecimiento del streaming, los artistas encontrarán mejores y lazos más directos con sus fans si se vuelcan hacia las aplicaciones móviles.
El negocio del streaming de música está al rojo vivo en este 2015, ya sea desde el punto de vista de las empresas como de los consumidores. Spotify duplicó su base de suscriptores en un año y llegó a 20 millones. El perfil de Tidal creció gracias al apoyo de celebridades como Jay Z y Rihanna. Y lo más importante de todo… Apple hizo lo que mejor sabe hacer: entrar al mercado en el momento justo, incorporando todo su ejército de usuarios.
Las señales más claras sobre los cambios en la industria y el creciente predominio del streaming provienen de las cifras reveladas este mes. La podredumbre que se inició en el mercado del CD hace 10 años se está extendiendo a las descargas, que siguen en descenso.
Sin embargo, parece que cuanto más crecen los servicios de streaming por suscripción, mayor será la polémica sobre las ganancias que le representan a los artistas y si alguna vez será una fuente real de ingresos para éstos. A la cabeza del debate se ubicó Taylor Swift, quien se la tomó contra Apple Music y criticó a la compañía de Tim Cook en una carta abierta. Swift rechazó la decisión de Apple de no pagarle a los artistas durante los tres meses de la prueba gratuita del servicio por considerarla injusta. Vale recordar que Taylor retiró su obra de Spotify. Este malestar con el modelo de streaming no parece tener una solución a la vista.
En paralelo a toda esta situación se encuentra el crecimiento continuo en el uso del social media como la manera más eficaz para entrar en contacto con las audiencias y fans. Desde el lanzamiento de Facebook, artistas de todo el mundo han generado millones de horas de engagement y han subido sus obras en forma gratuita a cambio de “likes”. Los artistas grosos son realmente importantes para las redes sociales.
Durante los primeros años del despegue de las redes sociales, la relación entre los artistas y Facebook parecía un matrimonio perfecto. Las plataformas sociales aportan engagement, algo que se transformaba en miles de millones de dólares en publicidad, y los artistas acorralaban a sus seguidores hacia un lugar donde podían monetizar el fanatismo. Sin embargo, miramos esta historia a mediados del 2015 y la relación entre los principales generadores de contenido y los social media parece que se va deteriorando. La principal razón: los creadores de contenidos están comenzando a sentir que no logran activar esa base de seguidores. Les han entregado contactos y tráfico a esas redes sociales, para que ahora Facebook por ejemplo les pida dinero para llegar a esos mismos fans…
Así, a medida que avanzamos en un mundo dominado por la proliferación de redes sociales y servicios de streaming de 10 dólares al mes, ¿deben los artistas deprimirse, atrapados en la nostalgia de cuando los discos costaban 12 dólares y se vendían de a millones?
La respuesta es un rotundo no. Las oportunidades disponibles para los artistas no tienen comparación y su futuro nunca ha sido más brillante. Para 2016 las previsiones indican que 2.000 millones de personas tendrán teléfonos inteligentes conectados a 3G, 4G o banda ancha y la gran mayoría de estos teléfonos va a utilizar iOS o Android. Además de esto, las tendencias de uso de esta enorme plataforma apuntan a más y más personas que interactúan con el contenido a través de una variedad de aplicaciones, no a través de los navegadores web.
El resultado es una enorme oportunidad para la música, el entretenimiento y los deportes de conseguir un engagement directo con sus audiencias a través de sus propios canales. Su marca estará en el centro de una combinación de música, video y transmisiones en vivo.
Estas aplicaciones de artistas no deben convertirse en tecnología aislada del resto del mundo, sino en lugares donde las estrellas puedan estar en contacto con su audiencia y donde el nuevo contenido es presentado incluso antes que en otras plataformas.
La data que nos proporcionan las apps móviles les permiten a los artistas comprender mejor a sus fans y entregarles contenidos más personalizados. Estas aplicaciones pueden conseguirles estadísticas en tiempo real sobre cómo escuchan su música, cómo la comparten, cuáles canciones les gustan más que otras, etc. Esta personalización al extremo permitirá obtener mejores tasas de participación y más tiempo de contacto en comparación con los social media.
Al usar aplicaciones móviles, los artistas pueden dirigirse a los seguidores exactamente como lo desean para adaptarse a diferentes segmentos —nivel económico, hábitos de consumo de contenidos, edades, ubicación geográfica, sexo—.
Este modelo no funcionará para todos los artistas, pero sí para la mayoría que lo comprenda completamente, al entregarle información muy específica sobre esa conexión músico-fan, inspirándoles para conectarse de esa manera particular como sólo podría existir gracias al mundo de los teléfonos inteligentes. A gran escala y con un software que les permita tener a sus fans en la palma de sus manos.
La nota completa en inglés de Benji Vaughn y Leanne Sharman, en The Guardian.